Filling_the_GAP

Este fin de semana cojo un avión a Londres para participar en el GAP Summit, que tendrá lugar en Cambridge la próxima semana. Cuando conocí la iniciativa, sólo por el nombre del evento y el tema que se va a desarrollar en el mismo, tuve claro que tenía que asistir, y fue una gran noticia que me seleccionaran como una de las 100 Voces del mañana de esta primera edición.

La primera vez que escuché el concepto de GAP fue en la asignatura Citología e histología animal, que cursé en primero de carrera.

En algunos tipos celulares de mamímeros, que por sus características necesitan tener una fuerte interacción con sus células vecinas, llegan a desarrollarse unos canales, conocidos como uniones GAP o GAP junctions en inglés, que permiten una comunicación rápida y eficaz entre ellas, sin necesidad de utilizar mensajeros químicos como intermediarios.

Para que lleguen a establecerse estas vías de comunicación, es necesario que las células contiguas se aproximen, dejando sólo 2 nm entre ellas, y es entonces cuando unas proteínas llamadas conexinas, estructuradas en oligómeros de 6 proteínas que se conocen como conexones, se alinean con las de su célula vecina formando “puentes” entre ellas.

El conexón forma en su interior un canal hidrofílico que se abrirá o cerrará en respuesta a diferentes estímulos, y permitirá el paso directo, de citoplasma a citoplasma, de moléculas de  hasta 1000 daltons, algo imposible mediante otro tipo de canal.

Las uniones GAP se encuentran en diferentes tejidos animales, como en células cardiacas o musculares, pero son especialmente importantes en las conexiones neuronales, siendo la base de las sinapsis eléctricas.

Unos cuantos años después, volví a escuchar el concepto de GAP, en un entorno totalmente diferente,  y en el que por desgracia, todavía no hemos sido capaces de evolucionar hacia un método de comunicación tan efectivo como lo son las uniones GAP.

El GAP entre la investigación básica y la práctica clínica, también conocido como valle de la muerte (valley of death), ya fue detectado hace bastantes años, y se ha escrito y debatido ampliamente sobre ello (os recomiendo este artículo de Nature, uno de los primeros artículos que trataron este tema, o al menos de los que más impacto ha tenido).

Las señales que envían los investigadores básicos en forma de papers y patentes, en la mayoría de los casos no son compatibles con los receptores que tienen los clínicos esperando recibir esa solución que los pacientes necesitan, y esta falta de entendimiento da lugar a que un gran número de las investigaciones desarrolladas en nuestras universidades y centros de investigación nunca lleguen a cubrir las necesidades de la población.

Desde mi punto de vista, además del acercamiento y buena voluntad por parte de investigadores clínicos y básicos, hasta situarse a esa distancia mínima de 2nm que permita el establecimiento de la conexión, necesitamos que entren en juego otros actores, que como las conexinas, establezcan los puentes necesarios para que los proyectos de i+d no caigan al abismo intercelular.

Cuando se trata de la transferencia de conocimiento, como en las redes neuronales, no podemos permitirnos que un alto porcentaje de nuestras señales se disipen en el espacio sináptico, como ocurre con las señales mediadas por neurotransmisores, y por ello necesitamos crear plataformas de gestión de la innovación tan eficientes como lo son las uniones GAP, que permiten que el mensaje del impulso nervioso se transmita de manera inmediata y sin errores.