Ecosistema_raruno

La semana pasada asistí a una jornada en el Parque Científico de Madrid, que terminó aludiendo al tan manido concepto de «ecosistema emprendedor».

Como buena bióloga, me encanta acudir a la naturaleza para aprender y buscar similitudes que puedan mejorar nuestros sistemas de gestión e innovación, y el concepto de ecosistema me gusta especialmente en lo referente a la transferencia tecnológica y el emprendimiento científico.

Por ello, preparando una pequeña presentación explicativa de lo que son los encuentros TEI Bio para el encuentro que tuvo lugar ayer, recurrí a este concepto, y para hacer la explicación más visual, quise utilizar una bonita imagen de un ecosistema.

En los primeros resultados de google, me apareció la imagen que encabeza este post, adaptada de esta página web, y aunque a simple vista no parece la más adecuada para ilustrar el concepto, decidí quedarme con ella para definir el «raruno ecosistema bioemprendedor».

Si reflexionamos sobre las alianzas e interconexiones que son necesarias para sacar adelante un proyecto empresarial en biociencias, nos daremos cuenta rápidamente que los agentes implicados no se encuentran en contacto de manera natural. Más bien, se crean vínculos forzados y en algunas ocasiones, casi a la desesperada.

Que inversores, científicos, agentes de transferencia, periodistas, etc. hablamos idiomas diferentes, sigue siendo evidente (hoy lo explica muy bien mi compañero José Antonio Plaza en el blog de la Asociación de Comunicadores de Biotecnología), y pese al esfuerzo de las partes en llegar a un punto de entendimiento, incluso cuando hay objetivos comunes, la relación resulta muy complicada, cercana en muchos casos a un matrimonio de conveniencia destinado al divorcio.

Escuchando las diferentes posturas, son comunes las quejas: «Necesito un inversor, pero me pide un plan de negocio, y escribir eso es como hablar con Dios» «El emprendedor me pide dinero, pero ni siquiera sabe si necesita 50 o 500» «Las empresas quieren productos en fases mucho más avanzadas, y las patentes de mi OTRI van llegando a fases nacionales y las tenemos que abandonar» ….

Conseguir que lo que unos buscan sea lo que otros quieren encontrar es complicado, pero si llegáramos a crear esos ecosistemas rarunos, en los que una cebra pueda beber agua junto a un tigre, esto podría ser más sencillo.

Un biotopo (lugar en el que se crea el ecosistema) que sea neutral y con una extraña biocenosis (los seres vivos que forman el ecosistema) formada por individuos que de forma natural no se encontrarían, pero en el que pueden convivir en equilibrio, podría dar lugar a relaciones de respeto y comprensión mutua, y por tanto, surgirían simbiosis duraderas.

Aunque esto pueda sonar a «carta a los reyes magos», y me digáis que aún es pronto para ello, yo creo que cada vez estamos más cerca de crear ese extraño biotopo (porque la biocenosis ya la tenemos!!), y por mi parte seguiré poniendo mi granito de arena creando momentos de networking junto a Asbiomad, Fundación DRO, ACB, PCM y cualquiera que quiera sumarse a la causa! 🙂