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Una de las peculiaridades que más me ha llamado la atención desde que empecé a adentrarme en el mundillo de las patentes biotecnológicas, es la posibilidad de depositar material biológico para soportar la descripción de una invención.

Ya vimos que para que una invención sea patentable debe cumplir algunos requisitos, como son la novedad, la actividad inventiva y la aplicación industrial; pero además, la solicitud de patente debe cumplir unos requerimientos en su contenido y entre ellos están la claridad, la unidad de invención y el soporte en la descripción.

El requisito de claridad, como dice la palabra, exige que se refleje claramente qué es lo que queremos proteger. El concepto de unidad de invención podríamos resumirlo en que la solicitud de patente debe proteger sólo una invención, aunque la interpretación de la norma, como suele ocurrir, es bastante más compleja…

Me lo guardo para otro post! 😉

En el caso del soporte en la descripción o suficiencia descriptiva, no supone ni más ni menos que incluir en la solicitud una descripción suficientemente detallada para que un experto en la materia (concepto que también da para más de un post…) pueda reproducir la invención.

Como os podréis imaginar, este requerimiento es bastante subjetivo, pues normalmente el examinador no intenta reproducir la invención para comprobar si está descrita correctamente, y por lo general, al  solicitante de la patente le interesa dar la menor información posible para guardarse algún as en la manga frente a posibles competidores.

Pero en algunas ocasiones, el problema no es que el solicitante no quiera dar más información, sino que hay algunas características de la invención que incluso él mismo desconoce… ¿sabéis a qué tipo de invenciones me refiero?

¡Exacto! Algunas patentes que protegen invenciones de origen biológico, como pueden ser nuevas líneas celulares, nuevas cepas bacterianas, virus, etc. son realmente difíciles de describir, y por ello, se da la opción de depositar una muestra de este material biológico e indicar al final de la descripción el lugar, el número de depósito y la fecha en que se depositó la muestra.

El depósito del material biológico debe realizarse previamente a la presentación de la solicitud y no en cualquier lugar, se debe depositar en uno de los organismos acreditados para ello, que en el caso de España son el CECT (Colección Española de Cultivos Tipo) en Valencia, y el BEA (Banco Español de Algas) en Gran Canaria.

El inventor deberá correr con los gastos de envío de la muestra, y pagará una serie de tasas por el depósito y custodia del material biológico, así como por la realización de un informe que asegure la viabilidad del cultivo.

Y lo más curioso de toda esta historia, al menos desde mi punto de vista, es que una vez depositada la materia, esta va a estar a disposición de cualquiera que quiera solicitar una muestra, y si nuestra cepa en cuestión fuera de un gran interés, incluso tendríamos la obligación de reponerla en el caso de que llegara a agotarse.

Esta actividad tan altruista cuando hablamos de algo que está patentado, y por tanto, de lo que queremos hacer negocio, me parece cuanto menos curiosa; pues aunque la persona que solicita la muestra del material biológico no puede usarla con fines comerciales, sí que puede usarla para investigación, por lo que las posibilidades de espionaje industrial son bastante obvias.

Además, imaginaros que sobre esa cepa que nosotros hemos descubierto se realizan algunas mejoras, dando lugar a una nueva invención patentable, me temo que no podríamos reclamar nada al nuevo solicitante…

Personalmente, no conozco ningún caso en que se haya optado por esta opción de depósito de material biológico, y dudo mucho que alguna de las grandes farmacéuticas haya depositado el hibridoma que produce sus anticuerpos con ventas anuales de millones de €…

De hecho, en estos casos, la descripción suele limitarse a la secuencia del epítopo (la parte del anticuerpo que se une a la molécula que queremos inhibir) y el resto de la estructura del anticuerpo lo dejan a la imaginación…

Sin duda, divulgar nuestra invención de una manera tan literal es cuanto menos algo para pensarse dos veces…