Del ascensor al éxito

La primera vez que escuché el concepto de elevator pitch o discurso del ascensor, me llamó mucho la atención, sobre todo por lo curioso de su origen.

En los años 80, una persona con una idea en su cabeza pero sin dinero para llevarla a cabo se cuela en el ascensor de las Torres gemelas, donde se encuentra un importante hombre de negocios que trabaja en una de las compañías situadas en los últimos pisos.

Durante los 2 minutos que dura el trayecto en el ascensor desde la planta baja al destino del alto ejecutivo, el emprendedor consigue convencerle del valor de su idea y obtiene la oportunidad de darle más detalles en una reunión, consiguiendo finalmente la financiación que necesita para hacer su idea realidad.

Intentando corroborar la historia antes de escribir este post, debo reconocer que me he desilusionado un poco, pues no he sido capaz de identificar a ese emprendedor y a su business angel. En su lugar, me he encontrado numerosas historias similares pero con diferentes escenarios, ocurriendo en el MIT de Boston o en uno de los edificios de los estudios de Hollywood.

En cualquier caso, y donde sea que se originara la idea, siempre hay un factor en común: el encuentro casual entre la persona que tiene la idea y el inversor que decide confiar en ella.

Cuando un investigador decide fundar una spin-off, debe asumir cuanto antes que su «yo científico» va a ser desplazado una gran parte del tiempo por un «alter-ego comercial», que básicamente se concentrará en la obtención de financiación.

Tener preparado un pitch escueto, conciso, y que llame la atención de ese potencial inversor o licenciante que podamos encontrarnos en un Congreso, Feria o quien sabe…en el metro?? debería hacerse incluso antes de la constitución de la compañía.

Además, no es suficiente con tener preparado “el pitch perfecto”, porque nuestro discurso debe ser suficientemente versátil para adaptarse al interlocutor; especialmente cuando se trata de explicar un proyecto de investigación, lleno de tecnicismos y conceptos complejos que a veces sólo “el padre o madre” del proyecto comprende.

Son muchos los tutoriales para diseñar un buen discurso del ascensor. Si nuestro objetivo es atraer la atención de un posible inversor, nada mejor que incluir números: mercado potencial, ventas esperadas, retorno de la inversión,… y por supuesto, dejar clara nuestra ventaja competitiva, qué solución proponemos para la necesidad que hemos detectado en el mercado, y todo ello de forma clara y lo más amena posible.

Aunque no tengamos pensado realizar ampliaciones de capital o incluso aunque no tengamos en mente la creación de un negocio, no es mala idea tener preparado nuestro pitch personal, como el ensayo del agradecimiento al Oscar o al Nobel frente al espejo 😉

¿Cuántos de vuestros familiares o amigos entienden realmente a qué os dedicáis?

No olvidéis que vuestros mejores embajadores son las personas que os rodean, y el networking, tan de moda ahora, no se realiza sólo en eventos de partnering y foros especializados. Y no está de más que las personas de vuestro círculo más cercano lleven alguna tarjeta vuestra en su cartera, que nunca se sabe dónde va a aparecer la oportunidad de vuestra vida.

Para finalizar, os dejo con mi elevator pitch que grabé para el I Concurso Nacional de Elevator Pitch para emprendedores, que organizó la Asociación de Viveros e Incubadoras de Empresa (AVIE) a finales del mes de Junio.

Aunque no gané, quedé entre los finalistas, y la verdad que fue una experiencia divertida, sobre todo grabar el video en el ascensor de mi portal a la 1 de la madrugada, y conseguir que mi cámara particular no saliera reflejado en el espejo.